En estos días de verano, cuando el sol aún está muy presente, las calles del pueblo de Coy, al norte del municipio de Lorca , están plagadas de chiquillos que corretean de un lado a otro, muchos, a bordo de sus bicis. Bicicletas sin pedales, de equilibrio, con las que los más pequeños se desplazan de un lado a otro a toda velocidad. Como los niños de antaño, pasan la mayor parte del día en la calle , muchas veces haciendo travesuras que se dejan sentir en sus rodillas y codos a modo de ‘heridas de guerra’.

No hace tanto tiempo, el que se tiraba por las mismas calles empinadas era otro niño, Blas Olmedo Pallarés, artesano de la jarapa, que lleva toda su vida en este pintoresco pueblecito que vive un nuevo resurgir: “Ahora, en verano, Coy está repleto de gentes . Gentes que vienen a

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