Según consta en los archivos de la Inquisición, a la vista de varios asombrados transeúntes.

En un segundo no había nadie y, al siguiente, se materializó un hombre que, evidentemente, no pertenecía a ninguna de las etnias originarias de México y se hallaba uniformado.

El tono de su piel no era blanco, sino ligeramente oscuro, su cabello era negro y lacio, sus ojos eran marrones y su estatura baja, de unos 163 cm.

Por si esos rasgos nada familiares a los testigos eran pocos, el hombre vestía el uniforme de los regimientos españoles.

Interrogado por las autoridades que se hicieron presentes en el lugar más conocido como el Zócalo, el confuso militar declaró estar .

Según refirió, en un momento estaba en servicio en esa ciudad insular, ubicada según se sabe actualmente a 14.244 kilómetro

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