La mañana de ese 9 de agosto de 1.994 era la de una un día cualquiera. El país estrenaba Presidente de la República con la posesión de Ernesto Samper dos días atrás. Con 3.7 millones de votos había derrotado por 200 mil votos al conservador Andrés Pastrana, sin imaginarse nadie que estábamos en el prólogo de un escándalo que pasaría a la historia como el Proceso 8000: la narcopolítica había comenzado.
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Pero Iván Cepeda Castro estaba con la mente en otra parte, enfrentado su tragedia personal. Tenía 31 años cuando pasadas las 9 de la mañana se enfrentaría al hecho que le marcaría la vida: el asesinato de su padre, entonces senador por la Unión Patriótica Manuel Cepeda Vargas.
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En la mañana se habían despedid