Por Vincenzo Caruso
En febrero de 1942, el mundo se estremeció cuando los submarinos de Hitler irrumpieron en el Caribe venezolano bajo la llamada Operación Neuland. El objetivo era claro: cortar el flujo del petróleo venezolano que alimentaba a las fuerzas aliadas en Europa y África. Desde el Golfo de Venezuela hasta las refinerías de Aruba y Curazao, los U-Boote alemanes hundieron buques como el Monagas, el Tía Juana y el San Nicolás, dejando decenas de muertos y un país vulnerable.
Venezuela era entonces el corazón energético del mundo, pero carecía de radares, de flota defensiva y de una estrategia propia para enfrentar el asedio. La guerra llegó hasta nuestras costas y el resultado fue la intromisión de fuerzas extranjeras bajo el pretexto de “proteger” nuestro petróleo.
Hoy, en 20