En el corazón de la Plaza de la Magdalena , donde hoy hay una farmacia, hubo un bar humilde que marcó un antes y un después en la historia gastronómica de la ciudad. El Bar El Hueco no solo servía vino y conversación: allí nació el recluta, una tapa tan sencilla como inolvidable que conquistó a toda la provincia.
Un bar con esencia: El Hueco y sus historias
Regentado por Juan García Checa (1945-2011), cuyo apodo —heredado de su tío— dio nombre al local, El Hueco terminó por identificar también a toda la familia, conocida en el barrio de La Magdalena como “los Huecos”.
Este emblemático establecimiento comenzó como una taberna de vinos hasta que, a finales de los años 60, Juan le dio un nuevo rumbo, convirtiéndolo en un punto de encuentro para vecinos y visitantes. Así dejó una huella