En “Una guerra de película”, Robert Downey Jr. interpreta a un típico actor camaleónico que desaparece en las máscaras de sus personajes. Como tiene que encarnar a un soldado afroamericano, lleva su composición al extremo: la piel se le vuelve negra y el hablar, dentro y fuera del set, adquiere el tono y la jerga de un rapero. Esto despierta la envidia de un compañero de elenco (Ben Stiller), el actor taquillero que siempre hace de sí mismo pero que persigue denodadamente los premios y el prestigio que ha conseguido el otro. Esta comedia de 2008 se ríe, entre otras cosas, de los lugares comunes de la actuación, de lo que el arte dramático define como buen o mal actor y de cierta tilinguería de Hollywood .
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