Luce un bigotillo y una perilla más propia de un adolescente que de un doble vencedor del Tour. Pero las piernas de Jonas Vingegaard son las mejores del pelotón siempre y cuando no esté Tadej Pogacar en acción. Atacar desde lejos, a 11 kilómetros de la meta, y presentarse en la cumbre de Valdezcaray en solitario no está al alcance de cualquiera.

La cima riojana no pasaba por ser una de las más duras de la península. De hecho, sólo se complicaba en la zona inicial, tras superar Ezcaray , villa de mantas que son famosas en el mundo entero; en el lugar donde un domingo que anunciaba el fin del mes de agosto se mezclaban los aficionados de la Vuelta con los peregrinos; unos en bici y los otros con mochila, sombrero y bastones.

Un día de perros

En un día de perros, de los que inv

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