Las últimas investigaciones de la Universidad de Harvard y el avance de la biotecnología, junto a la inteligencia artificial, anuncian la posibilidad de extender la vida humana hasta los 150 años. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción hoy aparece como un horizonte posible: “resetear” el reloj biológico celular y frenar el envejecimiento.

Esos avances, que despiertan esperanza, también nos obligan a pensar en algo más profundo: ¿qué significa una sociedad donde las personas vivan mucho más tiempo? ¿Cómo se sostendrán los sistemas de salud y jubilación? ¿Cómo se organizará el trabajo si varias generaciones conviven en simultáneo y con vidas extendidas?

El problema no es solo científico, sino político y social. Porque si la longevidad extrema queda reservada para unos pocos que pue

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