Si todo consiste en potenciar el alcoholismo, la comida basura (¡mezclada con caviar!) y la mala educación, bienvenidos al US Open, a la nueva época del tenis de masas. La buena conducta (jugadores y espectadores en especial) son obsolescencias de la era precomercial.

Sostienen que el evento neoyorquino es uno de los cuatro Grand Slam, los torneos más prestigiosos en la competición de la raqueta, pero en realidad es un grand slum , un tugurio (de lujo, mucho lujo, a 32 dólares la copita de Moët Chandon) comparado al señorío de Roland Garros o de Wimbledon, incluso del más alternativo de Melbourne.

“El Billie Jean King Tennis Center se abre al público y se rompen muchas de las reglas básicas de etiqueta del tenis. Esta es una versión estridente de este deporte”, escribe en The New Yo

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