En momentos tan críticos como los que atravesamos –cuando el terrorismo y el poder de las organizaciones criminales buscan poner al Estado colombiano en jaque como no se veía hace más de tres décadas–, resulta por lo menos polémica la ausencia pública de la fiscal Adriana Camargo, la titular del cargo que muchos consideran el segundo más importante en el país, después de la Presidencia de la República.
A días de completar 18 meses de su periodo de cuatro años, la Fiscal General mantiene el perfil bajo que anunció desde cuando hacía campaña ante la Corte Suprema y que representó un claro contraste con el de su antecesor, Francisco Barbosa, quien terminó su fiscalía graduado de abierto contradictor del presidente Petro.
En varios sectores –incluido el alto tribunal que la eligió, de acuerd