La CocoBalé, una barcaza a vela de seis metros de eslora por dos de manga, recién esmaltada y aún con olor a nuevo, zarpó ayer por primera vez desde las playas de Urabá. No fue un bautizo cualquiera: durante un año, en un astillero de Turbo, un maestro transmitió los secretos de un oficio ancestral a seis aprendices, con el propósito de revivir la carpintería naval en la costa antioqueña.
El estreno estuvo a la altura del suceso. Hubo brindis en la arena, una exposición del proceso constructivo y aplausos cuando un tractor arrastró el tráiler que llevaba la CocoBalé hasta el agua.
Allí, los aprendices acomodaron la embarcación y echaron el ancla. “Lo bautizamos rociándole vino y deseándole larga vida, que los mares que surque sean muchos y que sea duradero”, relató Ruth Cantillo, directo