En sí misma es la tributaria más grande de la historia. Incluso más que la que lideró el entonces ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, en el primer año del gobierno de Gustavo Petro. “Es una salvajada”, dice Mauricio Salazar, del Observatorio Fiscal de la Javeriana. Señala que el impacto en la economía y el sector productivo puede ser grande.

Grava agresivamente la cerveza, las apuestas, los conciertos, Netflix, el turismo, el patrimonio y la renta de los más ricos y la gasolina, entre otros. Lo único que no grava con los productos de la canasta básica porque fue un “pedido del presidente”, dice el ministro Germán Ávila.

Pero además de su ambición —recaudar 26 billones en el primer año– es una tributaria que viene pegada al Presupuesto General de 2026. Por eso se llama una Ley de F

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