La próxima reforma electoral deberá eliminar los principales riesgos para las elecciones libres, democráticas e informadas, como son: la llamada elección de Estado, la compra de votos, el financiamiento paralelo –desde el poder institucional (por la vía del desvío de recursos públicos, como ocurrió en su momento con el Pemexgate), o de poderes fácticos, incluido el económico y el crimen organizado–; y el intervencionismo extranjero, a través de agencias de inteligencia. Aquí será fundamental estudiar el injerencismo de la CIA, a través de sus agentes y de asociados, como en su momento operó la USAID con ONG supuestamente neutrales

En el contexto de la discusión sobre la próxima reforma electoral es necesario eliminar, para siempre, los vestigios que aún quedan en la normatividad con

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