Una buena sartén vale por dos cosas: cocina sin pelearse con la comida y se limpia sin convertir la cena en castigo. Por eso los packs tienen tanto sentido: cubren del huevo a la plancha al salteado del domingo, sin obligarte a andar con una sola pieza para todo. Si además son ligeras, se agarran bien y reparten el calor con dignidad, ya tienes medio menú resuelto.

En casa, la antiadherencia manda. No es sólo comodidad; también es salud: con una superficie que funciona, usas menos aceite y logras un dorado homogéneo sin pegar ni arrancar media piel al pescado. Y, por supuesto, que se lleven bien con cualquier placa (incluida inducción) suma puntos; nadie quiere sartenes "divas" que exijan cambiar de cocina.

Ahí entra el set de 3 sartenes Monix Martín Berasategui, un clásico en ventas que

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