El aparato propagandista de la presidente Sheinbaum ha presentado cifras sobre una tendencia a la baja en los homicidios dolosos, seguramente a partir de los otros datos que dice tener el gobierno. Sin embargo, esta narrativa estadística choca frontalmente con la realidad cotidiana que experimentan millones de mexicanos. La percepción de inseguridad no solo persiste, sino que se ha profundizado, creando una brecha inquietante entre los optimistas datos oficiales y la experiencia que vivimos en las calles, los barrios y las plazas comerciales. Esta discordancia revela que el problema de fondo va más allá de los números; se trata de una crisis de confianza en las instituciones y de una sensación generalizada de vulnerabilidad que los indicadores tradicionales son incapaces de capturar.
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