El individualismo que propone el anarco-capitalismo arrastra una insalvable contradicción: la necesidad de un Enemigo. Pueden ser los negros, los indios, los inmigrantes, o --tal como es el caso libertario-- el Estado, y detrás de este a la Patria misma, esa trama simbólica por la cual una comunidad hablante se constituye como tal. Ocurre que, a diferencia de los otros enemigos mentados por los individualismos hasta ahora conocidos, el enemigo Estado/Patria reúne características muy particulares. Entre ellos: ese Para Todos propio de cualquier grupo humano y cuyo único basamento es el régimen simbólico que ampara los derechos y las obligaciones, a saber: la Ley. En el mismo momento en que la Libertad se desanuda de la Ley, se acabó la Patria. El semejante ya no existe para mí más que como
La prohibición del incesto, ¡afuera!

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