“La Fundación es una bendición para Risaralda. Si no existiera, no sabríamos qué hacer”, comentó una madre de familia mientras observaba en la mañana del 23 de julio a Jorge Valencia bajarse de una camioneta con su esposa, Amparo Ramírez, e ingresaban a la oficina de salud de la Fundación Zephyr, ubicada frente al Hospital San Rafael y al Colegio María Inmaculada.
La familia Valencia Ramírez había regresado esa semana de Estados Unidos, en donde reside desde hace 30 años, lo que no les ha impedido mantener una estrecha relación con Risaralda (Caldas) a través de labores sociales que hicieron durante años para ayudar a personas de escasos recursos, y luego por medio de esta entidad que sostienen con su trabajo en el exterior: una cadena de restaurantes y una fábrica de alimentos que gen