CDMX.- El espíritu de contradicción no es Santo Espíritu. Hay quienes tienen la manía de negarlo todo, de oponer un «no» a cualquier «sí». Con tales enfadosos individuos -o individuas- no es posible ejercitar la piadosa obra de misericordia que el buen Padre Ripalda propuso en su olvidado catecismo: sufrir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo. Difícil es hacer eso, sobre todo con los gordos. Dado a contradecir fue Nono Nego, un cowboy originario y vecino de Picadillo, Texas (se pronuncia «Picadilo»). Era deputy, o sea, ayudante de Jock Mc Cock, el sheriff del pueblo. En nada lo ayudaba, pues en todo lo contradecía. Abusaba de la antigua amistad con él: en su juventud ambos se habían dedicado juntos al robo de ganado. Harto de las contradicciones de Nego lo amenazó Mc Cock: «Si vu

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