Hace unas semanas recibí una invitación que me dejó con una sonrisa y, al mismo tiempo, con una reflexión profunda. Se trataba de una entrevista con un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Aguascalientes, quienes llevan entre manos un proyecto que podría transformar la manera en que las personas ciegas accedemos a la escritura: una impresora Braille de bajo costo, construida a partir de piezas recicladas y con un software propio para traducir los textos en tinta a nuestro sistema de lectoescritura.
La charla fue cálida y llena de entusiasmo. Jennifer, una de las integrantes del equipo, me compartió que el proyecto no es nuevo: tiene antecedentes de generaciones anteriores, pero hoy ha sido retomado con fuerza y una visión más clara. Lo interesante es que, más allá de un ejerc