La vice primera ministra del Reino Unido, Angela Rayner, reconoce ahora que pagó menos de lo debía en la compra de una casa y asegura que recibió asesoramiento incorrecto mientras intentaba proteger a un hijo con discapacidad
Las penas del Gobierno de Keir Starmer un año después de arrasar en las elecciones
Angela Rayner, la vice primera ministra del Reino Unido, ha sido en el último año la aliada en el Gobierno de los diputados y votantes más progresistas del Partido Laborista. También es una de las políticas con más carisma y que más gusta en el norte de Inglaterra, por su acento y su historia personal. Ahora puede verse obligada a dimitir por no haber pagado suficientes impuestos en la compra de una casa en lo que ella atribuye a un error.
Rayner ha reconocido que pagó menos de lo que debía al comprar una vivienda con una hipoteca este mayo en Hove, en el sur de Inglaterra, y después de haber renunciado a su parte en la casa que compartía con su exmarido cerca de Manchester y que ahora es de un fondo fiduciario a nombre de uno de sus tres hijos, un adolescente de 17 años que sufre ceguera y varias discapacidades desde su nacimiento prematuro.
En una situación familiar que ella describe como “complicada”, la vice primera ministra dice que pidió consejo a tres asesores diferentes, y le indicaron que debía pagar el impuesto de transmisión de bienes estándar para la que iba a ser su única vivienda en propiedad en lugar de pagar como si fuera una segunda. Pero la existencia de un fondo y el hecho de que Rayner viva en la casa de Manchester parte del tiempo para atender a su hijo son factores que invalidan las reglas habituales. Esta semana, después de haber consultado a otros abogados por una investigación del Telegraph y el Daily Mail, Rayner dice que descubrió que debería haber pagado un extra, como si fuera su segunda vivienda. Podría tener que pagar hasta 40.000 libras, o 46.000 euros, más. Su caso está ahora en manos de Hacienda y del consejero independiente del Gobierno sobre estándares éticos, una figura que en el Reino Unido valora el comportamiento personal de los ministros.
En una entrevista con Sky News, Rayner aseguró que nunca intentó pagar menos de lo que debía y que no había comentado los detalles en público por no contar nada de la situación de su hijo, de quien apenas ha hablado hasta ahora. Además, tuvo que pedir autorización al tribunal que gestiona el divorcio y el fondo para velar por su hijo antes de poder hablar del asunto en público.
Clasismo y machismo
A la espera del informe sobre su respeto al código ético ministerial, Rayner ya ha visto su posición muy debilitada. Starmer la respalda, pero dice que no quiere prejuzgar el resultado del análisis independiente de su consejero. “Mi experiencia es que será muy cuidadoso en el informe que me dé. Será rápido, eso es lo que espero. Así que quiero dejar que ese proceso siga su curso”, dijo este jueves en una entrevista.
La vice primera ministra ha sufrido insultos y otros ataques de tintes a menudo machistas y clasistas por parte de la prensa del Reino Unido, y eso también ha pasado factura a su popularidad entre la población general. Y ya ha estado en apuros por varias polémicas, por ejemplo, sobre la venta de su casa de protección oficial en 2015. Entonces, Hacienda aclaró que Rayner había hecho lo correcto y no tenía que pagar más impuestos.
Esta semana, el Daily Mail, una de las cabeceras con más difusión en inglés, ilustraba su portada con una foto de Rayner atacando su “ambición” y su “sentido de la moda” como ejemplo de que el Reino Unido se había convertido “en Corea del Norte”. El antetítulo era “un día más en la utopía socialista de Starmer”.
Este jueves, aparecieron unas pintadas en la entrada de su casa con las palabras “zorra” y “evasora fiscal”. Starmer y otros miembros del Gobierno apoyaron a la vice primera ministra.
Una alianza clave
Tras su victoria electoral en julio de 2024, Starmer escogió a Rayner como su segunda y ministra de Vivienda y Desigualdad regional pese a sus diferencias en el pasado.
Cuando el Partido Laborista todavía estaba en la oposición, Starmer la intentó relegar, pero ella se resistió y acabaron forjando una alianza que ha funcionado para ambos. Hasta ahora, seguía siendo percibida como una sucesora natural al frente del partido, y con posibilidades de cultivar suficientes apoyos si hubiera una votación prematura por el liderazgo. Este miércoles, en la sesión de control en la Cámara de los Comunes, Starmer aseguró que estaba “muy orgulloso de sentarse” al lado de Rayner.
Rayner, de 45 años, creció en una ciudad a las afueras de Manchester en una casa que, según contaba ella, no tenía ni agua caliente porque sus padres, desempleados, no se podían permitir pagar la factura. Su madre sufría problemas mentales y ella se tuvo que encargar de tareas domésticas y el cuidado de su madre y otros familiares desde niña. Tuvo su primer hijo con 16 años.
En medio del caos personal y familiar, dejó el colegio y se dedicó a buscar trabajo mientras la ayudaba su abuela. Después, consiguió completar sus estudios y obtuvo un título universitario para especializarse en cuidados para enfermos y ancianos.
Entró en política a través de movimientos sindicales mientras trabajaba para el ayuntamiento de su ciudad. Cuando todavía era una veinteañera, negoció como sindicalista mejoras salariales para empleados públicos. Fue elegida por primera vez diputada en el Parlamento nacional en 2015, en plena ola conservadora con la victoria en solitario de David Cameron como primer ministro.
Acento y carisma
Rayner no ha perdido su acento del norte de Inglaterra, citado a menudo por los votantes de clase trabajadora como una señal positiva en un país obsesionado con las clases y los acentos.
Starmer también creció en una familia de clase trabajadora, en su caso del sur de Inglaterra, pero tuvo más oportunidades de niño y de joven: pudo entrar en un buen colegio que le llevó a estudiar Derecho en la Universidad que quería, se mudó pronto a Londres e hizo carrera como abogado de derechos humanos y luego jefe de la Fiscalía. Su cuidado al hablar y sus formas distantes hacen que a menudo se le caricaturice como elitista, si bien es el líder del Partido Laborista de clase más humilde desde Neil Kinnock en los años 80. Es obvio el contraste con Rayner, a menudo con un tono más desenfadado con colegas y periodistas.
El resultado, como explicaba hace unas semanas a elDario.es Sam Freedman, especialista en políticas públicas del Reino Unido y autor de un libro sobre la crisis del país, es que Rayner “es mucho más popular entre los miembros del partido” que el primer ministro. De hecho, hasta la crisis actual, era la candidata que le podría ganar a Starmer. Según Freedman, “tiene un carácter muy diferente, mucho más político. Es muy carismática. Su Gobierno sería muy diferente”.