La activista, de 30 años, vive con varias enfermedades, una de ellas en etapa terminal. Después de pasar por dos intentos fallidos de trasplante, ha encontrado un propósito en la lucha por el derecho a poner fin a su vida

En menos de tres años, Samara Martínez (Guadalajara, 1995) ha enfrentado dos trasplantes de riñón fallidos. El primero, donado por su hermano, fue rechazado por su cuerpo en apenas cuatro días. El segundo, proveniente de un donante cadavérico, tampoco funcionó. Ahora, con una enfermedad renal en etapa terminal, agravada por lupus y otras condiciones médicas, su equipo médico ya no considera viable un nuevo intento. Para mantenerse con vida debe conectarse a una máquina de diálisis al menos 10 horas al día.

Ante el agotamiento de las opciones médicas, Martínez comenzó a

See Full Page