Intuyeron que debían salir por unas horas de sus lujosas oficinas. Tenían que apoyar a su presidente. Uno imagina que esa neo-oligarquía, como dirían los clásicos griegos, fugadoras de dólares a guaridas remotas, hubieran preferido que su hombre en la presidencia se parezca más a algún culto cogotudo que ofrezca discursos floridos. En cambio tienen que engullirse a este personaje primitivo que los obliga a tener que taparse muy frecuentemente las fosas nasales. Sin embargo, no dudan. Concurren a eventos convocados por el poder económico-mediático a sostenerlo todo lo que puedan. Al reciente encuentro de la Cicyp que aglutina al gran empresariado local y extranjero no faltó nadie. Dieron el presente 326 “líderes empresarios” en el Hotel Alvear, su emblemático ámbito para exhibir poder y r

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