VAYAMOS al recuerdo: Bilbao, esa ciudad que aprende a caminar con el río en la memoria, ha sido otra vez llamada a juicio por una palabra incómoda: zona tensionada. No es un título de feria, ni un eslogan de campaña; es una etiqueta que desvela, como una radiografía, la tensión entre deseo de estabilidad y la fiebre de la inversión. En el aire flota la pregunta que no quiere callar: ¿a quién sirve este diagnóstico y qué significa para la casa de cada vecino?

La vivienda, estarán conmigo, es un archivo vivo de la vida diaria, un mapa que mide el latido de un barrio. No una mercancía aislada, sino una memoria hecha de llaves, contratos y las miradas cansadas de quienes buscan un respiro urbano sin perder la dignidad. En esa mirada, la decisión de declarar a Bilbao zona tensionada por el mer

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