Djokovic se apoya con los dos brazos sobre la red mientras espera a que Alcaraz termine de celebrar para darle la enhorabuena . Observa como el murciano avanza a su posición. Como el nuevo tenis camina, mientras que el de antes aguanta inmóvil. Una representación del porvernir del tenis. Ambos se abrazan después de que Carlitos haya vencido, a la cuarta, al serbio en pista dura y le niegue así la inmortalidad.
El murciano se enfrentaba a más que un tenista. Lo hacía ante todo el aura que rodea al mito de 38 años que se empeña en llevar la contraria al tiempo. Pero los campeones se marchan para dejar paso a otros campeones. El intercambio de poderes lo refleja el último set. Dura poco más de media hora y no tiene historia. Se lo llevó Alcaraz ante un Novak ya entregado, limitado