Cuando un empleado decide abandonar una empresa por voluntad propia, es fundamental que gestione su salida de forma responsable y profesional. Este momento puede ser determinante para mantener intactas las relaciones laborales construidas durante su etapa en la compañía, así como para preservar contactos valiosos que podrían abrirle puertas en el futuro. La forma en que se cierra este ciclo influye directamente en la percepción que la empresa tendrá del trabajador y, en consecuencia, puede incidir en eventuales procesos de selección interna o en la posibilidad de un reingreso en el futuro. Una salida ordenada y respetuosa no solo refleja madurez profesional, sino que también deja abierta una vía de retorno en entornos laborales donde la rotación y la recontratación son cada vez más comune

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