El envejecimiento, lejos de ser un simple proceso de deterioro biológico y mental, puede ser una invitación a la reflexión filosófica de la brevedad y la contingencia de la vida. Así, la ancianidad, ha sido un tema que ha ocupado a pensadores desde la antigüedad. Por ejemplo, Marco Tulio Cicerón, en su diálogo "De senectute", ofreció una apología de la vejez, considerando que no debe ser temida. Para él, la vejez es una etapa de la vida que, si se ha preparado con una vida virtuosa y honesta, cosecha los frutos de la sabiduría y la autoridad. Cicerón objetó las principales quejas sobre la vejez: la pérdida de actividad, el debilitamiento físico, la falta de placeres y la cercanía de la muerte. Para el filósofo romano, la supuesta pérdida de actividad se reemplaza con la autoridad y el cons
Pensar la vejez desde la filosofía de la aceptación

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