Se ha instalado un descrédito envenenado . Lleva implícita una desconfianza recíproca. Afecta por igual al presidente del Gobierno, al líder de la oposición, a demasiada clase política, a varios medios. Y también a un escogido ramillete de jueces . Unos y otros infunden recelo. Parecen reñidos con la verdad, la equidad o la objetividad. Son la causa directa de una enfermiza polarización tan detestable como dañina. Esta malévola división amenaza crónica con el paso del tiempo para fatalidad de una sociedad que asiste atónita ante tantas rocambolescas convulsiones . Ahí queda el contaminado estreno del Año Judicial , sacudido esta vez sin remisión por un atosigante sesgo político y unas gotas de irresponsabilidad compartida que dañan la solidez de un pilar del Estado democrático.

Ped

See Full Page