A las 12:34 del jueves 4 de septiembre, Martín Arellano Solorio usó su cuenta de X para lanzar un grito de auxilio: “Probable infarto, no hay aplicación ‘Código Infarto’… no puedo moverme.” Durante casi seis horas relató la espera, la indiferencia y la angustia de un paciente convertido en reportero de su propio final. Horas después, el periodista murió en la Clínica 3 del IMSS en Mazatlán, Sinaloa.
Desde ese primer mensaje hasta su último video, Martín narró la crónica de una muerte anunciada. Publicó frases que retratan la precariedad: “El IMSS no sirve en estos casos”, escribió desde la Cruz Roja, antes de ser llevado de nuevo al hospital de zona.
Su última publicación, a las 17:53 horas, mostraba una camilla en un pasillo: “Desde mi pasillo. Con calidad de urgente.” Fue su despedida