En diciembre de 1893, Sir Arthur Conan Doyle dio muerte a su personaje más célebre: Sherlock Holmes . Hastiado de escribir historias protagonizadas por el detective, Conan Doyle decidió matarlo para poder dedicarse a escribir novelas históricas, vertiente que consideraba la más valiosa de su carrera. El asesor de Scotland Yard encuentra su final cuando, en plena lucha con el profesor Moriarty, se desploma en las cataratas de Reichenbach. Se dice que la muerte del personaje provocó que más de 20,000 personas cancelaran su suscripción a , revista que publicaba las historias de Holmes en forma de serie. Diez años más tarde, reconciliado con el personaje, Conan Doyle le devolvió a la vida.
Una situación similar enfrentaba el escritor siciliano Andrea Camilleri, quien ayer, 6 de sept