Los algoritmos han puesto de moda las matemáticas que Carlos Andradas (Reus, 1956) pudo estudiar gracias a la universidad pública. Fue el primero de su familia que alcanzó un título. Su trayectoria profesional le ha llevado aún más lejos. Antes de tomar el testigo de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que fundó la República en 1932 por inspiración de la Institución Libre de Enseñanza, ya había sido rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y profesor visitante en las Universidades de Berkeley, Stanford y Harvard. A punto de caducar su mandato al frente de una institución cuyo presupuesto es cerca del 30% menos de lo que tenía en 2009, reclama más autonomía, libertad y más dinero para potenciar un modelo de universidad de verano “que sigue siendo atractiva”. Hace cuatro años un informe del Ministerio llegó a cuestionar su futuro. Hoy sobrevive entre cursos patrocinados y un incremento del 20% del alumnado y ha superado un verano atípico: por primera vez en su historia la universidad de verano ha estado de vacaciones una semana en agosto.

Ha anunciado que se despide de la UIMP después de un ciclo de cuatro años, ¿es una decisión firme?

El compromiso que yo alcancé con el entonces ministro Manuel Castells termina en octubre y por eso he dicho que con esto termino. Ante ese anuncio, al que he dado toda la normalidad del mundo, pues no ha habido reacción. Este es el plan.

¿Cuándo se reunirá el Patronato para tratar la cuestión del equipo de gobierno de la Menéndez Pelayo?

El Patronato de la UIMP se ha reunido el lunes 1 de septiembre. En el orden del día estaba iniciar el trámite de la elaboración de nuevos estatutos para la Universidad. Hay un borrador, que es algo positivo y que venía demandando desde que llegué. Por otra parte, comunicar al Patronato la propuesta de nuevo gerente. Supongo que habrá otra reunión más adelante.

La Universidad tiene un estatus de organismo autónomo del Ministerio de Universidades que complica su gestión. ¿El nuevo estatuto cambia esta naturaleza jurídica de la Menéndez Pelayo?

No la cambia, aunque yo pedía dos cosas: el cambio de naturaleza jurídica y la modificación de los estatutos para adecuarse a ello. Son cosas distintas. La primera tiene que tener rango de ley y la segunda, el estatuto, es un Real Decreto que aprueba el Gobierno. Ahora mismo el Ministerio estima que no era oportuno plantear el cambio de naturaleza jurídica y lo que se ha hecho es elaborar un borrador de estatuto que intenta facilitar la gestión como organismo autónomo. Recoge alguna de las deficiencias que hemos ido señalando en cuanto a la gestión y propone también que el control económico financiero, que normalmente es de fiscalización previa por parte de la Intervención General del Estado, sea un control permanente, de seguimiento de la ejecución del presupuesto. Agiliza la gestión aunque luego hay que justificarlo todo. Yo siempre repito si el curso empieza el 16 de junio, empieza ese día, no cuando los papeles estén firmados porque nos metemos en una dinámica de administración que no es operativa.

Ha sido un periodo duro con obstáculos presupuestarios, reparos de la intervención, reducción del personal... ¿En qué situación deja la universidad?

Está en un momento estupendo en cuanto a vitalidad, prestigio y nivel de actividad. En muchas ocasiones he utilizado el símil de que hay que dejar volar a la Universidad y para eso hay que poder desplegar las alas y eliminar todo aquello que te impide hacerlo. Ahora estamos volando. Se podría volar más alto y más fácil. Pero la Universidad está bien. El objetivo era lograr que aquí quiera estar todo el mundo que tenga y quiera decir algo. Lo hemos conseguido. Hemos recuperado instituciones que no estaban, se han establecido vínculos de confianza que garantizan una continuidad de las actividades. Al mismo tiempo hemos crecido.

El presupuesto es determinante. ¿Está insuficientemente financiada la UIMP por parte del Ministerio?

Estamos igual que estábamos en el año 2023 porque los presupuestos generales del estado están prorrogados desde entonces. El presupuesto de la UIMP está en torno al 30% menos de lo que la Universidad tenía en el año 2009.

La UIMP está en un momento estupendo en cuanto a vitalidad, prestigio y nivel de actividad

En estos momentos la universidad tiene una dependencia casi absoluta de los patrocinios a la hora de diseñar la programación académica. ¿Echa de menos haber tenido más libertad para elaborar una programación propia?

Sin duda. Lo hemos escrito en el plan estratégico que entregamos al Patronato. Una de las reclamaciones era tener más libertad de programación, lo cual no significa prescindir de los patrocinios, pero poder poner en marcha cursos no predeterminados. Hay cosas que no hemos llegado a programar porque no teníamos garantizado el patrocinio.

¿Está en crisis el modelo de universidades de verano?

Creo que no. Hay movimientos pendulares y en un momento determinado prácticamente todas las universidades copiaron este modelo e hicieron cursos de verano pero eso, ahora mismo, se está deshaciendo o están yendo a programas muy cortos. Sin embargo a nosotros nos devuelve a una parte fundamental de nuestra existencia. La UIMP nació como una universidad internacional de verano y el papel de los cursos es fundamental. Vamos recuperando y recobrando el papel de ser la referencia, que nunca perdió de todo, pero que sí estuvo un poco difuminado durante una temporada por esa proliferación. Creo que la UIMP tiene plena vigencia. En estos cuatro años hemos ido creciendo en número de estudiantes, hemos subido un 20%. Eso refleja que todavía sigue siendo atractiva. Este año ha habido un aumento importante de estudiantes universitarios, de jóvenes, y creo que eso es una magnífica señal.

¿La Universidad necesita más atención por parte del Ministerio?

Sí, necesitamos más atención y más medios. Necesitamos más fondos y más autonomía, por eso yo siempre reivindicaba el estatus de universidad. Pero eso no significa que no tengamos atención por parte del Ministerio que ha ido tomando conciencia de la importancia de la UIMP y de sus posibilidades. En un momento determinado quizá estuvo dejándola sobrevivir hasta que se ha tomado conciencia de que es un instrumento poderoso y de que hay que prestarle la atención que merece. De ahí viene la iniciativa del nuevo estatuto y otra de elevación del presupuesto y de las actividades. Una de las sorpresas que este equipo nos encontramos en el año 2022 es que fuimos objeto de un informe de la Organización Nacional de Auditoría, un organismo que depende de la Intervención General del Estado, y que audita de oficio a los organismos que investiga, hace unos informes duros sobre su funcionamiento y su funcionamiento. Incluso la recomendación final puede ser que la institución se elimine. Nuestro informe fue duro, a mí me sorprendió, porque cuestionaba si hoy se siguen manteniendo las motivaciones que en su día llevaron a crear esta Universidad.

El catedrático Andradas en el exterior del Palacio de la Magdalena, sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander.

Es decir, ¿el Ministerio tuvo sobre la mesa un informe que cuestionaba la continuidad de la UIMP?

Por lo menos decía que había que analizarla. A raíz de ese informe elaboramos un plan estratégico poniendo en valor lo que habían significado históricamente los cursos de verano y las posibilidades de futuro que planteaban usando esa figura, que utilizamos muchas veces, de que es una universidad de universidades. No tenemos profesorado propio, que son los profesores de otras universidades a los que concitamos para celebrar actividades. A raíz de ahí se ha producido una toma de conciencia de que hay que revitalizar y poner en valor la Menéndez Pelayo. La UIMP puede cumplir perfectamente un papel parecido al del Instituto de Florencia de la Unión Europea, un centro de pensamiento que cree doctrina y análisis.

A menudo centramos la actividad de la UIMP en torno a los cursos de verano, pero también están los cursos de español para extranjeros e incluso los postgrados ¿Cómo están funcionando?

Los cursos de verano son la actividad estrella que le han dado su prestigio internacional pero desde 2002 se nos atribuye la potestad de impartir formación de postgrado: máster y doctorado. Lo que estamos ofreciendo tiene una calidad muy buena. La forma de funcionar tiene que ser esta, ofrecer másteres que aglutinen profesores de varias universidades, unir otras instituciones con alto potencial formativo como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas o el ICEX. Ahora ofrecemos entre 16 y 20. Los cursos de español para extranjeros es el sector donde resulta más difícil porque la enseñanza de español se ha extendido muchísimo. El papel de la UIMP es hacer convenios con otras universidades para generar intercambios y dedicarnos a la enseñanza de los profesores de español como segunda lengua. Tenemos un máster en colaboración con el Instituto Cervantes y programas en colaboración con el Ministerio para formar profesores de español en países extranjeros.

Vivimos un contexto bélico mundial preocupante, un genocidio en Gaza, la guerra de Ucrania y muchos conflictos olvidados. La UIMP ha conectado bien este verano con la actualidad ofreciendo varios análisis sobre IA, pero ¿ha faltado análisis y protagonismo internacional en sus aulas?

Se mezclan varias cosas. Por una parte la necesidad de fondos para organizar determinadas cosas y en otros la dificultad para encontrar el enfoque adecuado,. En 2022 organizamos un curso con el Instituto Elcano para analizar la invasión de Ucrania que replicamos al año siguiente. En 2023 hicimos Honoris Causa a Orlando Figes, uno de los mayores expertos en la historia de Rusia. El año pasado hice alguna indagación para ver quién es el Orlando Figes de Oriente Medio pero no pareció fácil. Al final esos conflictos se han tocado en otros cursos. Con la IA hemos tenido muchos cursos y también fue un empeño nuestro. Siendo la tecnología más disruptiva había que darle voz. Mirando hacia el futuro algo parecido puede pasar con las tecnologías cuánticas. Este año ya hemos tenido un curso magistral y es un tema sobre el que habrá que ir trabajando para poder entender lo que significan. Hemos cerrado con un curso sobre la vivienda, que es un tema que queríamos abordar.

Es normal que vengan políticos. Lo peligroso sería que acaparasen toda la atención y que esto se convirtiera en un espacio fundamentalmente de opinión política

A veces se critica que la Universidad corra el peligro de convertirse en una pasarela política estival por la que van desfilando ministros y otros cargos públicos ¿cree que tienen un protagonismo excesivo en la actividad académica de verano?

Creo que no. Para bien o para mal cuando uno toca temas de actualidad tienen que ver con la política. Es normal que vengan políticos. Lo peligroso sería que acaparasen toda la atención y que esto se convirtiera en un espacio fundamentalmente de opinión política. Lo que hemos defendido siempre es: esto es una universidad y lo importante son los criterios académicos. Eso significa que hay que hablar de los problemas con rigor y con datos. Los políticos son bienvenidos pero también necesitamos académicos y estudiosos, expertos que aporten su opinión desde el punto de vista del conocimiento y de la ciencia.

Este verano por primera vez en su historia la institución ha suspendido las actividades académicas durante una semana en agosto ¿por qué se ha tomado esta decisión?

No ha sido algo predeterminado desde el principio ni tampoco algo que se vaya a perpetuar. Ha sido resultado de cómo quedaba la programación. Preguntamos a los directores de los cursos fechas posibles y vamos construyendo el 'tetris' de la programación. Julio es el mes más demandado pero agosto cada vez va costando más. La gente intenta reservarse agosto para asuntos personales. Vimos que la tercera semana de agosto había dos cursos y directamente se decidió desplazarlos a otras fechas. Dejamos una semana libre para dedicarla a asuntos administrativos y de gestión económica que son fundamentales y luego se nos retrasan mucho.

En Cantabria se habla y se trabaja mucho por potenciar el turismo, pero no se alude a la actividad económica y a la promoción que supone la UIMP para la ciudad y la comunidad ¿cree usted que aquí en Cantabria se valora a la UIMP como se merece?

Creo que sí. A nivel oficial reconocen que contribuye enormemente a que sea conocida y esté en el mapa como centro de cultura y conocimiento y nos hemos sentido muy bien acogidos y queridos.

El rector Carlos Andradas con la actriz Cayetana Guillén Cuervo hace unos días en la UIMP.

La Universidad de Verano ocupa el Palacio de la Magdalena desde 1932 pero el Ayuntamiento de Santander no renuncia a mantener su uso turístico y ahora cede menos espacio interior porque ocupa más despachos que antes se dedicaban a la Universidad, ¿qué tal conviven?

La relación con el Ayuntamiento es buena. Lo que tenemos que decirnos la alcaldesa y yo nos lo decimos abiertamente, que es la base para que las cosas funcionen. Efectivamente, sin duda nos gustaría ocupar todo el Palacio pero entendemos que es del Ayuntamiento y que tienen que darle un uso, es el edificio más visitado de Santander. La infraestructura que necesitan para ello no la pueden andar sacando y metiendo. Convivimos bien y siento que nos respetan. Esto es una universidad y las visitas solo se hacen los fines de semana cuando no hay actividad académica. Pero a la vez hay que ir mejorando algunos detalles y que, aparte del edificio, nos proporcione algunos medios económicos más.

Otro de los episodios recientes ha sido el cese del gerente en mitad del verano, ¿qué ha ocurrido? ¿Cómo explica esta decisión?

Es una decisión que se venía meditando desde antes, aunque se haya materializado aquí. Es una cuestión a la que doy absoluta normalidad. Es un cargo de confianza y llegué al convencimiento de que necesitábamos otro tipo de gerencia.

La universidad pública es una de las piezas fundamentales de la democracia

Usted llegó a la UIMP con experiencia en gestión académica ya que fue rector de la Complutense. ¿Cree usted que la proliferación de universidades privadas amenaza a la referencia que ha sido la universidad pública como ascensor social a la que solo se accedía por mérito?

Sin duda. Siempre he sido muy crítico con las universidades privadas. Me parece que ahora tenemos un número exagerado y que no todas contribuyen a lo que deben, que es la prestación del servicio público de acceso a la educación superior. Está cambiando el modelo universitario en España haciéndolo más parecido al modelo anglosajón y de algunos países latinoamericanos que al modelo europeo del cual éramos parte esencial. Me refiero a países como Alemania, Francia o Dinamarca donde esencialmente hay un sistema universitario público. Por lo que supone de garantía de equidad social, como elemento de ascensor social. Yo mismo soy la primera generación de mi familia que ha podido estudiar en una universidad, y no lo hubiéramos podido hacer si no hubiera habido un sistema público. Y esto, desgraciadamente se está perdiendo. Para mí, la universidad pública es una de las piezas fundamentales de la democracia.

¿Hace falta mayor equilibrio o seguimos apostando por un modelo de universidad que prima las salidas laborales frente al conocimiento global?

No es bueno, aunque quizá inevitable, esa orientación laboral que precisamente ha hecho de caldo de cultivo para las universidades privadas. Ahora mismo hay más estudiantes de máster en las privadas que en las públicas porque han sabido vender la imagen de que la empleabilidad -palabra horrible pero que se usa cada vez más- es mucho mayor si sales de un máster privado porque sales con una cartera de contactos, con compañeros que también tienen contactos, con empresas, más que en uno público. En un mundo que cambia a velocidad vertiginosa los empleos de dentro de unos años ni siquiera existen hoy ni están concebidos, el enfocar algo hacia la empleabilidad es un error. Hay que enfocarse hacia la formación que permita cambiar de rumbo y acomodarse a las circunstancias.

Las matemáticas no tenían demasiadas vocaciones pero ahora están de moda con el imperio de los algoritmos.

Las matemáticas son un magnífico ejemplo. Cuando yo estudiaba la salida fundamental era la docencia. Ahora tenemos el riesgo de morir de éxito porque ningún matemático se dedica a la docencia. Los efectos tardarán en notarse, pero se notarán. No es porque haya habido planes de estudio enfocados a la inserción laboral de los matemáticos, sino porque había una formación básica, buena que permitía la incorporación en segmentos estratégicos. Esto es lo que hay que cuidarlo porque las necesidades tecnológicas cambian a ritmo vertiginoso y ahora mismo no sabemos qué necesidades va a haber. El otro día, en la celebración del cumpleaños de la UIMP un profesor holandés se sintió indispuesto. Alguien preguntó: “¿hay algún médico en la sala?”. Cuando dentro de algún tiempo esto esté controlado por algoritmos se dirá ¿hay algún matemático en la sala?

¿El rectorado de la UIMP es su última estación profesional o tiene planes de continuar con su actividad académica o investigadora?

Me reincorporaré a mi universidad para retomar mi actividad. Me hace ilusión terminar como lo que he sido y me siento toda la vida, que es un profesor universitario. Después, como dice Luis García Montero, cada punto de partida es al mismo tiempo un punto de comienzo.