Desde 1948, el Estado de Israel libra una guerra hibrida con armas convencionales y operaciones psicológicas y diplomáticas que resulta permanente e irresoluble. Algunos de sus vecinos se han colocado en el lugar irrealizable, aquel que pretende una victoria territorial basada en el exterminio de Israel: el terrorismo islamista. Otros frente a las sociedades estúpidas, llamadas woke, tenemos la decidida voluntad de enfrentarlas. Es una guerra en el interminable acontecer de la Historia. Las guerras se ganan o pierden. Las postguerras, entre el dolor y la esperanza, cierran las heridas y organizan los sentidos de la superación y-si es posible-el perdón y el olvido.

Las guerras son lógicamente la expresión orgánica de los estados-nación en la Sociedad Contemporánea, convertidas en universal

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