
La Alberca, ubicado en la provincia de Salamanca, es un municipio que ha logrado preservar su esencia a lo largo de los siglos. Su casco urbano, con calles empedradas y arquitectura tradicional, refleja una historia que se remonta a tiempos medievales. Este esfuerzo por la conservación que le valió a La Alberca el reconocimiento como el primer municipio español declarado Conjunto Histórico-Artístico, un título que subraya su valor patrimonial y cultural.
El origen de La Alberca se remonta a la Edad Media, entre los siglos XII y XIII, cuando el rey Alfonso IX de León promovió la repoblación de la zona, lo que consolidó a La Alberca como un núcleo poblacional significativo en la comarca.
La declaración como Conjunto Histórico-Artístico en 1940 fue un reconocimiento a la conservación de su arquitectura y tradiciones. Este estatus ha permitido que La Alberca mantenga su autenticidad, evitando transformaciones urbanísticas que pudieran alterar su carácter tradicional. Hoy en día, el municipio continúa siendo un ejemplo de cómo la historia y la modernidad pueden coexistir, ofreciendo a sus habitantes y visitantes un entorno que respeta y celebra su legado.
Arquitectura tradicional y conservación del patrimonio
La arquitectura de La Alberca es uno de sus principales atractivos. Las viviendas presentan fachadas de entramado de madera y piedra, con tejados a dos aguas y aleros pronunciados que protegen las paredes de las inclemencias del tiempo. Las calles, estrechas y empedradas, siguen el trazado irregular de la época medieval, lo que contribuye a la singularidad del casco urbano. Este diseño no solo tiene un valor estético, sino que también responde a necesidades funcionales y climáticas, adaptándose al entorno montañoso y a las condiciones meteorológicas de la zona.
La Plaza Mayor, uno de los espacios más representativos de La Alberca, es un claro ejemplo de la arquitectura popular serrana. Rodeada de soportales de madera, la plaza ha sido escenario de numerosas actividades sociales y culturales a lo largo de la historia. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVIII, es otro de los monumentos importantes del pueblo. Diseñada por el arquitecto Manuel de Lara Churriguera, la iglesia presenta una fachada sobria y un interior que alberga un púlpito policromado del siglo XVI. La torre campanario, erigida en 1521 por los Duques de Alba, es otro de los elementos emblemáticos del paisaje urbano de La Alberca.
La conservación de estos detalles ha sido posible gracias a políticas de protección y restauración que han respetado las características originales de los edificios. Las intervenciones en el patrimonio se han realizado siguiendo criterios técnicos que garantizan la integridad de las estructuras y materiales tradicionales, evitando la introducción de elementos ajenos al contexto histórico del municipio.
Tradiciones y cultura viva
La Alberca es también un ejemplo de la conservación de tradiciones y costumbres que han perdurado a lo largo de los siglos. Una de las festividades más destacadas es la del Ofertorio, celebrada el 15 de agosto en honor a la Virgen de la Asunción. Este evento incluye una vistosa ofrenda y la representación de La Loa, un auto sacramental que es uno de los más antiguos de España. El día siguiente, 16 de agosto, se celebra la Loa, una comedia popular que mezcla elementos religiosos y profanos. Estas fiestas están declaradas de interés turístico nacional.
Otra tradición significativa es la del Marrano de San Antón. Cada 13 de junio, un cerdo es soltado por las calles del pueblo, siendo alimentado por los vecinos. El 17 de enero, día de San Antonio Abad, el cerdo es rifado ante las puertas de la iglesia, y los beneficios obtenidos se destinan a la cofradía de San Antón.
Estas manifestaciones culturales no solo son expresiones de identidad, sino que también contribuyen al dinamismo social y económico de La Alberca. Las festividades atraen a numerosos visitantes, lo que impulsa el turismo y favorece la actividad comercial local. Al mismo tiempo, la participación en estas tradiciones fortalece el sentido de comunidad y pertenencia entre los habitantes del municipio.