El enfrentamiento entre Venezuela y Colombia, hoy, en Maturín, no es un partido más. Para la Vinotinto, es la culminación de un proceso de crecimiento en el que han mantenido viva la llama de la esperanza, luchando por un lugar en el repechaje intercontinental pautado para marzo del 2026 (del lunes 23 al martes 31).
La meta es histórica: sería la primera vez que la selección mayor de Venezuela esté más cerca de un Mundial. Esto le da al encuentro una carga emocional inmensa, no solo para los jugadores, sino para toda la nación.
Colombia ya ha asegurado su clasificación directa, lo que podría parecer que le resta trascendencia al partido para ellos. Sin embargo, la rivalidad entre ambos países es profunda y va más allá de la tabla de posiciones.
Para los colombianos, este «clásico» es un