En el mes de diciembre de 1930, el genial científico Albert Einstein (1879-1955) y su abnegada esposa Elsa fueron invitados a un tedioso acto en Estados Unidos. En contra de lo previsto, el premio Nobel aceptó la invitación y llegó con su mujer a Nueva York, donde fue agasajado cual estrella de cine. El científica alemán, en realidad, había viajado a yankilandia porque tenía una obsesión secreta: conocer a su ídolo, el legendario actor Charles Chaplin (1889-1977), que era más joven pero rivalizaba con él en popularidad. Einstein era un gran amante del séptimo arte y a principios de ese año se trasladó a California, donde se citó con su compatriota Carl Laemmle, un empresario pionero de la industria cinematográfica estadounidense que había fundado Universal Studios en Hollywood. Y le pidió

See Full Page