La apuesta por la Formación Profesional (FP) que hizo el Gobierno hace unos años está rindiendo frutos. En España cada vez más jóvenes eligen la FP Superior frente a la universidad, y la brecha entre ambas se está cerrando. De cada cien estudiantes que entran en estudios superiores, 60 optan por los campus y 40 por un ciclo superior; hace seis años la proporción era 70-30, según el informe europeo Panorama de la Educación , publicado este martes.

Esta evolución también está provocando que España se diferencie de sus vecinos europeos en el recorrido académico de sus jóvenes. Ese 40% de estudiantes que en nuestro país optan por la FP superior son cuatro veces más que la media de la UE-25, donde apenas alcanzan el 10%. Con esta distribución del estudiantado, España triplica la proporción europea de graduados en FPS: un 30% de los adultos con estudios terciarios tiene un ciclo formativo frente al 10% de la UE-25. “A diferencia de países como Brasil o México, donde la mayoría de personas tituladas se concentra en el grado, España, Francia e Italia presentan una estructura más diversificada”, subraya el informe.

Estos dos datos matizan también una afirmación que se emplea de vez en cuando y que dice que España tiene demasiados universitarios. Sin embargo, un análisis algo más detallado de las cifras parece desmentir ese argumento. La foto fija dice que España tiene hoy un 42,3% de los adultos con estudios terciarios (universidad más FP), una cifra muy alineada con la media de la OCDE (41,9%) y la UE-25 (38,6%). Pero en España hay muchas más personas optando por la formación profesional que en los países del entorno, por lo que la proporción de universitarios es más baja.

Se va cerrando la brecha formativa

Otra brecha que se va cerrando, según los datos del informe de la UE, es la formativa de la sociedad en términos generales. España, fruto de la dictadura, arrastra un retraso histórico en el nivel educativo de sus adultos y tenía, tiene aún, muchas más personas que no han pasado de la Secundaria obligatoria (excluye el Bachillerato) que la inmensa mayoría de los países europeos: hace 15 años casi la mitad de la población (un 47,1%) no había pasado de la EGB o la ESO. Ese dato ha bajado hoy al 34,7%, pero sigue lejos del 18,5% de la OCDE o el 15,5% de la UE-25.

Las nuevas generaciones están corrigiendo este desfase histórico, pero probablemente está pasando a un ritmo más lento que el que los responsables educativos querrían, porque ni siquiera los datos actuales se parecen a los europeos: entre las personas de 25 a 34 años, los que teóricamente han acabado hace poco sus estudios, España tiene un 53% de la población con estudios terciarios, un 22,8% tiene secundaria postobligatoria y un 24,2% como máximo la ESO.

El reverso menos positivo es que la FP Dual, la formación que combina a partes iguales la teoría académica con la práctica laboral en empresas, no despega: solo el 3% de los jóvenes opta por esa vía, cuando los referentes en este ámbito están entre el 77% (Finlandia) o el 89% (Alemania)

La distribución de este sector de la población mejora la del conjunto de la sociedad, pero sigue teniendo el doble de gente con la formación mínima que la media de la OCDE o de la UE-25 –que están entre el 12,7% y el 1,4%– y la mitad con formación media –39,3% y 43,3%, respectivamente–.

Si se mira la formación de los adultos como si fuera una gráfica, España tiene una distribución social con forma de reloj de arena (más gente en los extremos, poca y mucha formación, menos en el centro, formación media) cuando el país pretende acercarse más a una forma de barril (más personas con formación media y unos pocos con la mínima y algunos más con la máxima), según establece el documento España 2050 en el que el Gobierno dibujó el futuro al que aspiraba para la mitad del siglo .

El reverso menos positivo –si es que es positivo tener tanta FP superior en detrimento de la universidad– de esta estadística es que la FP Dual, la formación que combina a partes iguales la teoría académica con la práctica laboral en empresas, no despega. Solo el 3% de los jóvenes que elige estudios de FP opta por esa vía, que en países del norte de Europa, que se suponen referentes en este ámbito, están entre el 77% (Finlandia) o el 89% (Alemania).

Y la de la repetición

El Panorama de la Educación , un extenso informe de 170 páginas y multitud de indicadores, destaca también que España está cerrando otra brecha histórica, la de la repetición y la tasa de idoneidad, esa otra manera de evaluar quién avanza al ritmo esperable por un sistema educativo midiendo si está en el curso que le corresponde por edad. También admite el informe que lo ha hecho por la vía de prácticamente prohibir la repetición, un elemento que incluyó la Lomloe –se desliga de las asignaturas aprobadas o suspendidas y queda como última opción– y genera controversia entre el profesorado.

Los estudiantes que repiten curso tienden a obtener peores resultados académicos, desarrollar actitudes más negativas hacia la escuela a los 15 años y tienen menos probabilidades de alcanzar una titulación secundaria o superior

“España ha mostrado una evolución destacada. En 2015, el porcentaje de repetición en educación primaria superaba en 0,8 puntos porcentuales la media de la OCDE y en un punto la de la UE-25. En 2023, la situación se ha invertido: la tasa de repetición se sitúa por debajo de la media de la OCDE (-0,3 puntos porcentuales) y es igual a la de la UE-25. En la primera etapa de secundaria, la repetición también ha descendido, pasando del 10,1% al 7%, aunque todavía se mantiene por encima de la media de la OCDE (+4,5 puntos porcentuales) y de la UE-25 (+4,7 puntos)”, dice el informe.

“Su efectividad está en discusión y puede depender del momento en que se aplica. Los estudiantes que repiten curso tienden a obtener peores resultados académicos, desarrollar actitudes más negativas hacia la escuela a los 15 años y tienen menos probabilidades de alcanzar una titulación secundaria o superior, incluso tras tener en cuenta el nivel socioeconómico y otras características. Otras investigaciones muestran que estos efectos son particularmente negativos para estudiantes socialmente desfavorecidos o pertenecientes a minorías étnicas”, sostiene la OCDE.

De salarios y financiación

El informe recoge también una comparativa entre los sueldos de los profesionales de la educación que suele dejar a los docentes españoles en muy buen lugar, aunque maestros y docentes suelen reaccionar a este tipo de estadística con una mezcla de incredulidad y sarcasmo cuando la comparan con sus nóminas reales. Dice el texto del estudio que “en todos los niveles educativos, el salario del profesorado en España se sitúa por encima de la media de la OCDE y de la UE25”, tanto al inicio de la carrera como a los 15 años de haber empezado.

Según la UE, que armoniza los salarios en dólares estadounidenses convertidos mediante paridad del poder adquisitivo (se ajusta el coste de la vida, etc.), un profesor español gana al inicio de su carrera 54.487 dólares anuales (en términos equivalentes) en una escuela infantil o de Primaria y 61.074 en Secundaria; su salario máximo estaría en 78.106 en el primer caso y 87.304 en el segundo, datos que son entre un 30% y un 34% más altos que las medias OCDE o UE-25.

El salario del profesorado en España no ha recuperado los valores anteriores a la crisis económica de 2008 y se encuentra al mismo nivel que en 2015, mientras que las medias de la OCDE y de la UE25 presentan valores superiores

Pero la UE admite que pese a este dato el profesorado español ha perdido poder adquisitivo. “El salario del profesorado en España no ha recuperado los valores anteriores a la crisis económica de 2008 y se encuentra al mismo nivel que en 2015, mientras que las medias de la OCDE y de la UE25 presentan valores superiores”, se lee en el informe, que añade que, sin embargo, “los salarios nominales han crecido de manera significativa, aunque en menor medida que el coste de la vida, lo que ha dado lugar a un estancamiento de los salarios en términos relativos”.

Estas comparativamente altas remuneraciones no tienen reflejo, sin embargo, en el gasto educativo que hace España, pese a que la partida salarial es de las que más influye en el gasto total educativo y aunque España presenta una proporción de estudiantes por profesor en las medias europeas o incluso por debajo. La inversión en Educación aguanta la comparación con el entorno europeo, con un 4,5% del PIB destinado al sector, pese a que queda lejos de los países que más dinero destinan, que superan el 6%.

España gasta casi 9.000 euros por estudiante en infantil, 11.000 en Primaria y Secundaria y casi 12.000 en terciaria, pero queda lejos de los punteros: países como Noruega, Suecia o Alemania duplican o triplican la inversión española

También palidece la inversión cuando se observa el gasto por estudiante, pese a que esta estadística está influenciada por el alumnado matriculado. Aún así, ajustada la inversión en términos comparables, España gasta casi 9.000 euros por estudiante en infantil, 11.000 en Primaria y Secundaria y casi 12.000 en terciaria.

La media de la UE-25 está en 12.000 en Primaria y Secundaria y 15.800 en terciaria (no hay datos completos en infantil), pero de nuevo España queda lejos de los punteros: países como Noruega, Suecia o Alemania duplican o triplican la inversión española según la etapa.