Observador atento de la personalidad de nuestro presidente —no solo de sus ideas políticas, que me atraen como la miel a la mosca—, me percato de su habitual adustez, motivo por el cual, que yo recuerde, la risa y, aun, la mera sonrisa, son rasgos ausentes de su rostro. Es una lástima. Esos gestos denotan empatía por los demás y la capacidad de ser feliz, así sea en medio de la adversidad.

Esta frialdad de estatua no excluye la posibilidad, sobre todo si hay cámaras de televisión, de abrazar a una señora campesina, o de adecuar el lenguaje gestual para que insinúe sarcasmo contra ciertas personas o grupos sociales.

¿A quién se me parece?, es el acertijo que hoy creo haber resuelto: a Jorge de Burgos, uno de los personajes centrales de la gran novela El nombre de la rosa , de Umberto Ec

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