La capital de Nepal se sumió en el caos este martes tras la dimisión del primer ministro K.P. Oli, un intento fallido de apaciguar las protestas que han desatado una ola de violencia y disturbios. Edificios emblemáticos como el Parlamento, el complejo gubernamental de Singha Darbar, las residencias de ministros, hoteles y sedes de los principales partidos políticos fueron incendiados por manifestantes enfurecidos, mientras una densa nube de humo cubría el Valle de Katmandú bajo un cielo monzónico.
La renuncia de Oli no logró calmar los ánimos. Miles de manifestantes irrumpieron en la secretaría del gobierno federal en Singha Darbar, saqueando e incendiando instalaciones. La policía, desbordada, abandonó la vigilancia de edificios oficiales, dejando vía libre a los disidentes. Entre