La situación pudo conocerse gracias al alerta originado en la escuela y a la actitud asumida por la madre quien inmediatamente buscó ayuda, esto pone de relieve la importancia de la detección temprana y del acompañamiento de los profesionales que pueden asistir, asesorar y acompañar en ese proceso.

El niño, de 4 años, comenzó a manifestar cambios de comportamiento significativos, como ira y agresión, y una marcada aversión al contacto con su padre. Fue la escuela la que, atenta a estos cambios, sugirió a la madre buscar ayuda profesional para el niño. A partir de ese momento, el proceso terapéutico fue clave para el “develamiento” de los hechos. A través de dibujos y juegos, el niño pudo expresar de forma gradual lo que estaba viviendo. Más tarde, logró relatar situaciones de tocamientos

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