Israel lanzó el martes un ataque contra altos mandos de Hamás que se encontraban reunidos en Qatar, lo que marcó una importante escalada contra el grupo miliciano y podría echar por la borda las negociaciones para poner fin a la guerra en Gaza y liberar a los rehenes israelíes.

El ataque también podría desencadenar una crisis diplomática con Qatar, un aliado de Estados Unidos que alberga a miles de tropas estadounidenses y que durante años se ha desempeñado como uno de los principales mediadores entre Israel y Hamás, incluso antes del más reciente conflicto.

Hamás dijo que sus mandos principales sobrevivieron, aunque reconoció que dos miembros de menor rango y tres guardaespaldas perdieron la vida. El grupo miliciano, que en ocasiones deja pasar meses antes de confirmar el asesinato de algunos de sus líderes, no presentó de momento pruebas de que sus principales figuras estuvieran con vida.

Qatar informó que un integrante de sus fuerzas de seguridad interna murió y otros resultaron heridos.

El ataque se produjo mientras líderes de Hamás que operan desde Doha, la capital de Qatar, evaluaban una nueva propuesta de alto el fuego que presentó Washington. La Casa Blanca señaló que Israel informó Estados Unidos antes de llevar a cabo el ataque y que, a su vez, el gobierno estadounidense advirtió a los qataríes.

El presidente Donald Trump se distanció del ataque, publicando en redes sociales que "esta fue una decisión del primer ministro Netanyahu, no fue una decisión tomada por mí", y que bombardear Qatar "no avanza los objetivos de Israel ni de Estados Unidos".

Esto es lo que hay que saber:

Casi todos los principales líderes de Hamás en Gaza, incluidos los dos autores intelectuales del atentado del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la guerra, han sido asesinados. Pero parte de la cúpula del grupo, incluidos Khalil al-Hayya, Mahmoud Darwish y Khaled Meshaal, llevan varios años viviendo en el extranjero, principalmente en Qatar y Turquía.

Israel ha amenazado con atacar a los líderes de Hamás dondequiera que estén, pero hasta ahora había evitado Qatar, probablemente debido a los estrechos lazos de la nación del Golfo con Estados Unidos y su papel como mediador.

Hamás ha sobrevivido al asesinato de varios de sus principales líderes desde su fundación en la década de 1980, pero nunca ha enfrentado una ofensiva de la magnitud de la respuesta de Israel al ataque del 7 de octubre.

La guerra ha cobrado la vida de más de 64.000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, cuyo conteo no distingue entre combatientes o civiles, pero afirma que mujeres y niños constituyen alrededor de la mitad de los muertos. Poblados y vecindarios enteros han quedado destruidos por los bombardeos, el 90% de los 2,3 millones de habitantes del territorio se han visto desplazados, a menudo en varias ocasiones, y partes del enclave atraviesan condiciones de hambruna.

El gobierno y la policía —dirigidos por Hamás— han desaparecido en gran medida, pero el grupo aún es capaz de llevar a cabo ataques de guerrillas contra las fuerzas israelíes. Cuatro soldados murieron el lunes cuando una bomba fue lanzada hacia un tanque.

Combatientes encabezados por Hamás secuestraron a 251 personas en el ataque del 7 de octubre y asesinaron a alrededor de 1.200, en su mayoría civiles. En total, 48 rehenes continúan en Gaza, de los cuales se cree que 20 siguen con vida, después de que la mayoría del resto fueron liberados en acuerdos de alto el fuego.

Son la última carta de negociación de Hamás, y los milicianos afirman que únicamente los liberarán a cambio de prisioneros palestinos, un alto el fuego a largo plazo y una retirada israelí del territorio.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido continuar con la guerra hasta que todos los rehenes regresen a Israel y Hamás haya sido desarmado. Incluso entonces, afirma que Israel mantendrá un control de seguridad indefinido sobre el territorio.

Los israelíes han realizado protestas multitudinarias en las que acusan a Netanyahu de prolongar la guerra por razones políticas. Quieren un alto el fuego que traiga de regreso a casa a los rehenes, y muchos temen que una nueva escalada signifique condenar a los cautivos sobrevivientes, quienes se encuentran retenidos en túneles y otros lugares en distintos puntos de Gaza.

Trump dijo esta semana que hacía su "última advertencia" a Hamás, mientras Israel se encuentra en las primeras etapas de una nueva ofensiva a gran escala sobre Ciudad de Gaza. Hamás dijo que recibió una nueva propuesta de alto el fuego de Estados Unidos que pedía la liberación inmediata de todos los rehenes restantes a cambio de conversaciones para poner fin a la guerra y la retirada de las fuerzas israelíes.

Israel dijo que aceptó el acuerdo, mientras que un alto funcionario de Hamás, Bassem Naim, lo describió como un "humillante documento de rendición" que no ofrece garantías de que Israel pondría fin a la guerra o se retiraría de Gaza. Aun así, Hamás dijo que discutiría la propuesta con otros grupos armados y respondería en unos días.

Esas discusiones estaban en marcha cuando las explosiones estremecieron Doha.

Hamás ya albergaba una profunda desconfianza hacia Israel y Estados Unidos después de que en marzo pasado Israel puso fin a un alto el fuego que Trump ayudó a negociar. El ataque en Doha añade una mayor incertidumbre en las conversaciones de paz.

En cualquier caso, la decisión final sobre los rehenes probablemente esté en manos del brazo armado de Hamás que los retiene en Gaza. La facción es encabezada por Ezzedin al-Haddad, un experimentado comandante que permanece oculto.

Es probable que los líderes sobrevivientes de Hamás limiten aún más sus comunicaciones después del ataque, lo que podría ralentizar las negociaciones, en caso de que continúen.

Israel ha llevado a cabo múltiples ataques contra milicianos de alto rango, así como generales y científicos nucleares iraníes, mientras la guerra en Gaza ha convulsionado la región durante los últimos dos años.

Pero el ataque en Qatar, un cercano aliado de Estados Unidos que había cultivado estrechos lazos con el presidente Donald Trump, incluso regalándole un reemplazo para el Air Force One, conmocionó a la región y podría profundizar el aislamiento internacional de Israel.

Aliados clave de Estados Unidos, incluidos Egipto, Turquía, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, condenaron enérgicamente el ataque del martes.

El primer ministro de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, lo calificó como un acto de "terrorismo de Estado" y acusó a Netanyahu de "barbarie". Añadió que Qatar "no escatimará esfuerzos" para tratar de poner fin a la guerra en Gaza, pero que no había nada "válido" en las conversaciones actuales tras el ataque israelí.

Además de albergar a miles de fuerzas estadounidenses en la base militar de Al Udeid, Qatar también ha servido como mediador clave, no sólo con Hamás sino también con los talibanes afganos y otros grupos armados.

Los críticos acusan a Qatar de fortalecer a grupos islamistas en toda la región para extender su propia influencia. Qatar niega esas acusaciones, asegurando que se enfoca en la estabilidad regional y que sus esfuerzos de mediación se llevan a cabo con pleno conocimiento y apoyo de Estados Unidos.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.