Recuerdo que, en los tiempos del Caguán, en medio de las frustradas conversaciones de paz con el gobierno de Andrés Pastrana, visité, en compañía de Iván Rios, al comandante Alfonso Cano, quien tenía instalado su campamento a unos cuantos minutos de la ciudad de San Vicente. Conversamos de manera amena sobre diversos temas de actualidad, entre ellos el del incremento de los cultivos de coca en el país.

Aún retengo la expresión de perplejidad de Alfonso cuando leía, ante nosotros, que, según los más recientes informes del campo internacional, las hectáreas de coca sembradas en Colombia ascendían a 120.000. No podía creer que se hubiera llegado a tanto. Y en todo caso, eso significaba un grave problema para el país. Me pregunto cuál sería su reacción hoy, cuando las noticias hablan de más d

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