Alemania ha decidido que (si llega) la guerra no la pillará desprevenida, así que quiere blindarse en todos los flancos posibles: ha redoblado su gasto militar, tiene un plan para sumar más soldados a su ejército e incluso ha vuelto a interesarse en los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial. A mayores de todo eso la Cancillería se ha propuesto que ni la guerra ni cualquier otra emergencia nacional, como desastres naturales o accidentes, harán que su población pase hambre.

De ahí que quiera raviolis, muchos raviolis .

¿Qué ha pasado? Que Alemania quiere estar preparada en caso de guerra. Y en opinión de su Gobierno esa preparación pasa por algo más que reforzar su gasto militar, pasar revista a sus viejos búnkeres, aleccionar a su población o recuperar (de forma tímida aún)

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