El cine no solo vive en las salas: algunas historias se filtran en el día a día hasta convertirse en lenguaje común. Citas, chistes, guiños en series y videojuegos, pósters en habitaciones adolescentes que crecen y siguen ahí. Cuando eso ocurre, lo que compras no es solo un objeto: es una pequeña llave a un mundo compartido.
Con El Señor de los Anillos pasó exactamente eso. La trilogía de Peter Jackson tomó a Tolkien con una seriedad casi artesanal y, desde entonces, su huella se nota en los estantes, en los maratones de fin de semana y en una industria del coleccionismo que no se agota. Los fans han ido sumando piezas que, más que "cosas", son recuerdos sólidos.
Hoy toca una de esas piezas curiosas: un calendario, sí, pero no de pared ni de páginas que caducan. Es un calendario perpetuo