Por fin se terminó. Era el clamor generalizado, después de sentenciada la suerte de la selección chilena. El 8 de septiembre de 2023, en Montevideo, comenzó el proceso rumbo al Mundial 2026 con una derrota en Uruguay, bajo el mando de Eduardo Berizzo y un peculiar parado táctico. Dos años y un día después (suena como una condena), el círculo se cerró contra la Celeste, con un entrenador interino como Nicolás Córdova, y con la desagradable sensación de un tercer fracaso consecutivo hacia una Copa del Mundo.

Las vicisitudes fueron numerosas. Los errores y las frustraciones, también. El resultado ante Uruguay, en estas circunstancias, poco importaba. Había que bajar la persiana rápido, para dar vuelta una de las páginas más oscuras de la Selección. En el Estadio Nacional, con ambiente digno

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