Donald Trump apareció el martes en una situación en la que no debería estar un presidente –y comandante-en-jefe– de EE.UU.: descolocado ante una decisión militar de un aliado y con impacto directo en las prioridades de la política exterior de EE.UU. Ocurrió por el ataque de Israel contra líderes de Hamás en territorio de Qatar, un episodio que complica la posición de Trump frente a dos aliados en la región -lo es sin duda Israel, pero también Qatar- y que convierte en tendencia algo que debería ser excepcional: que el Gobierno de Benjamin Netanyahu actúe de forma unilateral en decisiones que afectan a la primera potencia mundial .Durante el martes, Trump trató de recomponer la situación ante una operación militar en la que, en su versión, no tuvo nada que ver y de la que no recibió aviso a
De Qatar a Irán, Netanyahu esquina a Trump en ataques sensibles

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