Junts per Catalunya está dirigida con puño de hierro por Carles Puigdemont desde Waterloo. El presidente sabe que sin él la organización se podría disolver como un azucarillo y actúa por intereses más personales que de partido. Es un secreto a voces que Puigdemont ansía volver a Cataluña por interés político porque es harto difícil dirigir una organización sin estar en el día a día, y por interés personal, porque la situación de soledad provoca que se tomen más decisiones con el corazón que con la cabeza. Sus críticos le consideran alejado de la realidad catalana y lo ven anclado en posiciones maximalistas. Es el sector más pragmático, más convergente de Junts. El último en dar el portazo ha sido Jaume Giró, que no estaba dispuesto a ser solo una figura decorativa en el Parlament. Giró que
Junts avanza sin brújula con un Puigdemont acorralado en su exilio

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