Mentir exige un esfuerzo mental mayor que decir la verdad, ya que mantener el artificio desgasta mucho psicológicamente. Aun así, todos lo hacemos. A diario. La cuestión es si la mentira protege o destruye

Todos mentimos. Y a todos nos mienten. Mentimos en casa, en el trabajo, en redes sociales, incluso en las conversaciones más íntimas. Algunos estudios apuntan a que la mayoría de la gente miente una o dos veces al día. “Está bien, no estoy molesto”. “Estuve trabajando todo el día sin parar”. “Te queda fenomenal esa chaqueta”. “No puedo quedar porque mi padre se ha puesto enfermo”. Estas frases, aunque no reflejan siempre lo que sentimos, suelen buscar suavizar interacciones y evitar fricciones. Otras mentiras , en cambio, son más graves: inventar una excusa para eludir responsabilidad

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