Los peruanos solemos olvidar con facilidad. Somos propensos a la pasar página y carecemos de memoria. En un mundo como el actual, en un mundo caracterizado por la velocidad y el cambio, donde impera el relativismo evanescente y la cultura de lo inmediato, la memoria es un lujo esquivo. Así, los recuerdos son tesoros de un lugar secreto, escondidos de todos, protegidos bajo las siete llaves que solo poseen los que saben discernir. Y estos son pocos, casi una hermandad.

La política peruana es adanista e inmediatista. Está condicionada por la ausencia de un proyecto nacional. La clase dirigente subsiste en parcelas, piensa de manera fragmentada, avanza sectorialmente, a trancas y barrancas. En cierto sentido, la fragmentación actual que padecemos es la consecuencia natural de una historia a

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