Barcelona Antes de empezar a escribir esta crónica, yeso todas las analogías que he ido apuntando a lo largo del día entre la lluvia y el estado de ánimo del independentismo, y que conste que ha caído tanta agua y me he pasado tanto rato cobijado bajo tenderetes de quesos artesanos autocentrados e iniciativas. He tenido que afrontar esta Diada sin paraguas porque, como tantos otros con los que cruzaré miradas cabreadas de empatía, pertenezco a una hornada de idiotas que prefieren fiarse de la pantalla del móvil que de sus ojos.

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