La historia de amor entre Maju Mantilla y Gustavo Salcedo parecía tener todos los ingredientes de un romance perfecto: belleza, éxito y admiración pública. Ella, recordada con orgullo por el país tras convertirse en Miss Mundo 2004 , representaba la elegancia y el carisma de una reina internacional; él, un exdeportista olímpico que transmitía disciplina, constancia y proyección. Juntos formaban una pareja que rápidamente se ganó el respeto y la atención de la prensa, consolidándose como un símbolo de unión entre el espectáculo y el deporte en el Perú.
Sin embargo, detrás de esa imagen de fortaleza y estabilidad, el paso del tiempo fue revelando grietas que poco a poco se hicieron imposibles de ocultar. Entre bodas soñadas, hijos que reforzaron su lazo familiar y episodios que marcar