La mañana del último domingo, cuando abrieron las mesas de votación en la provincia de Buenos Aires, algunas figuras del Gobierno ya intuían la derrota que dictaminarían las urnas, aunque todavía no imaginaban el tamaño de la caída. “Convertimos una elección de distrito, en la que se disputan cargos legislativos provinciales y municipales, en una competencia protagonizada por el Presidente”.

Esa decisión estratégica -nacionalizar el comicio- no fue responsabilidad de los operadores en el terreno -la tropa de Karina Milei encabezada por Sebastián Pareja, culpable de otros pecados, en todo caso-, sino del propio Milei, el comandante de Los Buenos, convencido de que la fuerza de su nombre era garantía absoluta del arrasamiento de Los Malos, definidos como “kirchnerismo”. Milei prefería ese e

See Full Page